Aprovechando el paso del Tour por los pirineos, 4 darocenses
decidimos lanzarnos para ir a animar a los corredores y ver el espectáculo que
ofrece la gran Boucle.
El miércoles a las 9.00 partíamos desde Daroca con nuestros
coches cargados de enseres hacia Zaragoza, para recoger la furgona que nos
aguardaba y emprender todos juntos el camino hacia territorio Galo.
La primera paradica para estirar las piernas y cambiar de
aguas la realizamos en Biescas, allí por lo que pudiera pasar antes de
entrar en territorio extranjero llenamos bien el estómago con un buen almuerzo.
Sin darnos cuenta cruzamos la frontera y nos encaramos hacia
Lourdes que en el plano parecía estar cerca, pero la verdad es que con el paso
de las horas llegamos a pensar que terminaríamos fuera del mapa. Hasta que por
fin vimos asomar una imponente torre perteneciente al Santuario, dándonos
muestras de fe de que no nos habíamos equivocado y nos encontrábamos en la
ciudad de Lourdes. Así que como buenos y
curiosos peregrinos hicimos otra parada, vimos de primera mano a cientos de
personas que iban a rezar a la famosa virgen y a la vez a tomar la sagrada agua
que todo lo purifica.
Satisfechos de nuestra
visita y de habernos contagiado de tanta purificación emprendimos la marcha
hacia el Hautacam desviándonos en alguna ocasión del camino, pero al final
llegamos a Argeles Gazost y allí comenzamos a ascender el mítico coloso tras
una fila de coches y autocaravanas que buscaban desesperadamente un buen sitio
para alojarse entre los 14 km de puerto, donde los aldeanos de la zona no
desperdiciaron la ocasión y cobraron 20 euros por día a las víctimas que
cayeron, de la agobiante multitud de vehículos por todos lados, en sus
propiedades. Ascendiendo recogimos a un
ciclista averiado para dejarlo más arriba en su caravana y seguimos hacia las
alturas hasta divisar el mejor sitio donde poder dejar la furgona sin necesidad
de pagar, se trataba de una explanada perfecta a falta de 2 km para coronar y
sin pensarlo nos ubicamos.
Una vez allí vimos el final de la etapa del tour por
la tele y después nos acomodamos para comer un buen plato y calmar el apetito,
también decir que para hidratarnos tiramos a base de cervezas que en las
alturas del territorio galo parecían quitar la sed mejor que el agua. Ya con el
estómago lleno y las ideas claras, nos pusimos a montar el arsenal de tiendas
para pasar la noche, ocupando una zona significante para estar bien cómodos,
eso sí, también decir que entre las nuestras, se encontraba la tienda mas
pequeñica de todas, la cual tuvimos que señalizarla para evitar tropiezos.
Una vez hechos los deberes, unos nos cogimos las burras y
otros se apretaron las alpargatas, con la misma misión de mover las piernas y
ver desde el cielo el imponente espectáculo de caravanas y gente que deparaba
el tour en aquella zona.
Terminado el paseo hicimos acopio de la severa hidratación a
base de cervezas y merendamos y cenamos sin tregua como buenos mozos, para no
saltarnos ninguna comida. Ya por la noche disfrutamos de la caravana de
trailers y camiones que ascendían rugiendo y bocinando hasta la cima para
preparar todo el escenario de la meta, hasta que bien entrada la madrugada ya
cansados de escuchar cantar a las vacas y borrachos nos fuimos a dormir a
nuestras madrigueras.
Algunos al alba ya se despertaron como los pajaricos y a
otros que nos cuesta más, nos tuvieron que venir a ayudar para despegarnos los
ojicos. De primera hora, antes de quitarnos las lagañas ya empezamos a gozar de
un salto mortal con tirabuzón invertido que nos ofreció un zagal con la bici de
carretera, aunque al ver que acabó largo en el suelo y a quejarse deparamos que
no lo hizo adrede y le ofrecimos agua de Lourdes. Al rato el zagal estaba
milagrosamente, andando otra vez con su bicicleta. Por lo tanto desayunamos
bien y volvimos a hacer lo mismo que el día anterior, unos sacamos la burra y
otros se apretaron las alpargatas para mover las piernas.
Esta vez con las burras decidimos que había que completar el
puerto y nos precipitamos felices cara abajo. Después de mucho gastar zapatas y
de cruzarnos con miles de ciclistas y caminantes que ascendían el puerto
llegamos abajo, aquí con el miedo cambiamos el agua al canario y emprendimos la
ascensión a paso burra deparando en lo que se nos aguardaba, pero empezaron a
pasarnos algunos ciclistas y eso algo a
lo que por aquí no estamos acostumbrados, con lo que pronto nos olvidamos de lo
que nos quedaba y comenzamos a subir como si se tratase del repecho de
retascón, unos raticos de pie, otros sentaos, mirada al frente y resoplando
como los toros, a lo que nos dimos cuenta habíamos adelantado a todos los que
anteriormente nos habían pasado y nos encontrábamos esquivando a muchos como si
estuviesen parados en medio la carretera, solo uno se resistió a chuparnos
rueda, pero ya en el último km le dimos un apretón y justo le fue para poder
olfatear el rastro de macho aragonés.
Así que tanto miedo y al final se nos hizo más larga la
bajada que la subida, pero por si acaso decidimos no probarlo otra vez y
metimos a las burras en la cuadra contentos con haber cumplido.
Con el estómago vacío y los poros secos después de las
caminatas nos pusimos a comer para matar el hambre y a beber para rehidratarnos.
A lo que terminamos comenzaron a pasar los coches auxiliares y posteriormente
la famosa caravana donde se encontraban los vehículos más variopintos de toda Francia
con ellos disfrutamos como pequeños observando el espectáculo que nos ofrecían
y recogimos todo lo que las buenas mozas nos lanzaban sin molestarnos si quiera
en esquivar nada, pa que luego no se diga que los de Aragón no somos duros.
Una
vez terminaron comenzaron a pasar los sufridos corredores y nos dispusimos a
animarlos vivamente a todos dándoles nuestro apoyo.
En definitiva pasamos 2 días magníficos, que esperamos no
perdernos ningún año, donde el ambiente, el espectáculo de todo lo que mueve el
Tour, el entorno donde nos encontrábamos y sobretodo la grata compañía han sido
inolvidables.
Los 4 protagonistas Alberto, Eduardo, Jose Carlos y Manolo.
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